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sábado, 15 de enero de 2011

TODAVIA NO LO HAS RECLAMADO!

 
¡El hijo mayor, en todos sus años de servicio,
nunca había conocido la verdadera alegría – porque
nunca había aprovechado la invitación de su Padre
para apropiarse de todo lo que necesitaba! 

Creo que el muchacho mayor regresó a la choza de humilde pastor, pensando en el día cuando él tendría su herencia: “Sólo espera. Un día, después que la muerte haga su trabajo, entraré en grandes bendiciones. ¡Tendré un gran almacén!” Éste es el que está esperando llegar al cielo antes de apropiarse de todas las cosas buenas de Dios. 
 
Su padre debe haber estado acongojado. Creo que le habría dicho a este hijo una y otra vez: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas” (versículo 31). En otras palabras, “Has estado conmigo todos estos años, y todo lo que poseo ha sido tuyo con sólo pedirlo. Sabes que te habría dado cualquier cosa - ¡y todavía no viniste a poseerlo!” 

Te pregunto - ¿cuántos años has estado en las afuera? Tienes un Padre que ha estado poniéndote un gran tesoro de provisiones. ¡Y todavía no las has reclamado! 

Esta parábola nos muestra que solo con entrar y disfrutar los tesoros de su padre, el Hijo Pródigo lo tenía de ambas maneras. Podría vivir su vida terrenal con abundante perdón, gozo, paz y el reposo que era suyo. Y cuando la muerte lo trajera a su herencia, habría disfrutado totalmente lo que ya había conocido en la tierra. 

De hecho, el mayor pecado fue cometido por el hermano mayor - el que se quedó en casa, caminó obedientemente y nunca faltó a su padre. Sí, es un pecado malgastar la sustancia de nuestro Padre viviendo sensualmente y en un espíritu incontrolado; pero es un pecado aun mayor desairar el gran amor de Dios - ¡dejar sin reclamar los recursos generosos que él nos dio a un gran precio!

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